Fito y Extremoduro en el Palacio de los deportes de Madrid

Nos estamos migrando a la web giveevig.org y pronto estos artículos de los archivos ‘Si miro a las nubes’ solo se podrán ver AQUÍ.
El tercer concierto de la gira de Extremoduro y Fitipaldis es en el Palacio de los Deportes de Madrid. Recogemos dos crónicas y un puñado de fotos de lo que parece que fue un concierto regular en cuanto a sonido. Meses más tarde volverán a la capital para cerrar la gira pero eso será en la Cubierta de Leganés, de donde en 2002 se sacarán algunos temas para acompañar el disco ‘Yo, minoría absoluta’. ¡Ahí va!
1999_dieguillo-y-robe-en-madrid-palacio-foto-el-pais-claudio-alvarez
Dieguillo y Robe en el Palacio de los deportes, el 10 de abril de 1999. / CLAUDIO ALVAREZ
electric-guitar-giveevig.png

10 de abril de 1999. Texto: Esteban Pérez (Todas Las Novedades – Link)

FITO & FITIPALDIS Y EXTREMODURO EN MADRID

No sólo se colgó en las taquillas el cartel de «agotadas las localidades», sino que en el interior del recinto se vivió una experiencia que puede considerarse mística a tenor del contacto que el público enfebrecido vivió con Fito y Extremoduro.

Había quien señalaba que abordar el Palacio de los Deportes con Extremoduro como cabeza de cartel era sinónimo de fiasco. Hablo, lógicamente, de las personas que vieron en el grupo de Robe un boom temporal sin posibilidad de continuidad, algo que podía ser previsible y que se convirtió en el estigma de Extremoduro al tener un subidón de público tan fulgurante tras el lanzamiento de Agila. Sin embargo, para su suerte, Madrid sigue siendo una plaza totalmente entregada en la que el extremeño campa por sus fueros.

Aquello no fue, en absoluto, un concierto, sino una comunión capaz de convencer al más pintado de que Robe tiene todavía un tirón importantísimo en esta ciudad. Porque, habrá que decirlo, lo de Extremo el pasado día 10 tiene poca similitud con lo que puede llamarse un «buen concierto». Sonó de pena y cualquier intento de entender a Robe o de escuchar la guitarra de Iñaki era pura fantasía. Aquello daba igual a todos quienes habían pasado por taquilla, ya que… ¿para qué quieres escuchar a Robe si tú mismo te sabes las canciones ‘de pe a pa’ y cantas como un descosido durante dos horas hasta que te quedas ronco? ¿Para qué necesitas la guitarra de Iñaki si tienes como zumbido ambiental una retahíla de palmas que anula cualquier otro sonido que no sea el «bum bum» del doble bombo que exhibía el batería? Inútiles eran los intentos de convencer a la gente de que los temas han sido arreglados y mejorados para esta gira.

«Aquello no fue, en absoluto, un concierto, sino una comunión capaz de convencer al más pintado de que Robe tiene todavía un tirón importantísimo en esta ciudad»

Y era imposible porque el público no tenía ni la más mínima intención de escuchar. Estaban allí para cantar a voz en grito, sudar como posesos, quemar las manos haciendo palmas y dedicar al Robe una ovación emocionada cada vez que decía una de sus cosas incomprensibles. Fito, el cantante de Platero y Tú, abrió el concierto con lo que es su proyecto en solitario, una banda-divertimento que le apoya en sus canciones más tranquilas, en aquéllas que compone y canta cuando, después de un concierto de su banda genuina, aterriza en algún bar con su guitarra. El disco en el que ha puesto esas composiciones es realmente precioso, pero en directo se topó con lo mismo que se iba a topar luego el cabeza de cartel: un sonido hosco y descuidado más propio de una caja de zapatos que de un recinto para más de diez mil personas.

Él se sintió a gusto y el público respondió, porque para eso había ido. Sus canciones fueron apareciendo entre los medios tiempos, el rock’n’roll clásico y un final que encendió la mecha a los acordes de versiones de Leño y Platero y Tú. Sigue siendo asombroso lo que puede motivar al público madrileño una canción de Leño. Fito abordó el Mientras tanto con tintes de reggae, pero más de dos mil o tres mil personas pasaron de la propuesta y cantaron la canción tal y como la grabó el mítico trío. El resultado fue un batiburrillo que sólo coincidía en el estribillo. Antes de marcharse, Fito tocó con Extremoduro el primer tema de la formación. Fue el momento para que el Palacio se viniera abajo, Robe apareciera con su micrófono adaptado e Iñaki se moviera como un poseso en una situación propia del cine mudo.

Él, dale que te dale para arriba y para abajo, dando saltos y poniendo actitud; y nosotros sin poder oírlo. Robe expuso como pudo un buen repertorio en el que, además de las piezas de su pobre último disco, pasó revista a casi todos sus grandes éxitos. Con ésas, aún no se habían ahogado los aplausos de una interpretación cuando se veían apagados por un nuevo rugido capaz de poner el pelo de punta a cualquiera. ¿Dónde están mis amigos?, la historia de Pepe Botika, fue la primera explosión de una ristra que ya no se acabaría. Si bien bajó un poco el nivel de comunicación con los temas nuevos, lo cierto es que eso se terminaba en cuanto Robe daba los primeros acordes de uno de sus clásicos. Paró durante quince minutos para dejar que la gente consumiera cerveza sin alcohol o sandwiches de plástico en las barras del Palacio y después arrasó en toda lid con una ristra de temas en los que no faltó ninguno de los más conocidos: Jesucristo García, Extrema y dura, So payaso, Central nuclear, Ama y ensancha el alma

Instantánea de Robe en un momento del concierto en el Palacio de los Deportes (99)

Instantánea de Robe en un momento del concierto en el Palacio de los Deportes (99). / CLAUDIO ALVAREZ

El resultado: una sonrisa en cada cara que aplacaba los dos litros de sudor que cubrían cada cuerpo. La gente se lo pasó en grande y poco le importó que aquello sonara como un corral. Habría que preguntarse si no es hora de exigir ya a Extremoduro una presentación en directo más digna del cartel que tiene. Lógicamente, esta exigencia tiene que venir por parte del público, porque ¿qué motivo tiene Robe para exponer algo distinto a lo que ha dado siempre si su público no hace más que crecer y se sigue mostrando satisfecho? En fin. Lo importante es que la gente se lo pasa bien y da por bueno su dinero gastado. Tanto mi chica como yo disfrutamos más con Fito que con Robe y, probablemente, todo vino por el hecho de que tratar de entender al extremeño se ha convertido en una misión imposible. Este es de los conciertos que recordaba a un examen: si no te sabes las canciones estás suspendido o, en este caso, destinado a no disfrutar.


LA SEGUNDA CRÓNICA es de la revista HeavyRock, donde son mucho más duros con la crítica del concierto. Además de la ya mencionada mala acústica, se plantean dudas de si estas bandas están pasando por una mala racha… La verdad es que no podrían estar más equivocados. Ahí va lo escrito en su día por Ñako Martínez (fotos de la crónica por Jorge Ontalba), pero antes, un par de fotografías de Fernando García (Hirgon).

electric-guitar-giveevig.png
Fito, Robe e Iñaki en Madrid, el 10 de abril de 1999
Fito, Robe e Iñaki. / FERNANDO GARCÍA (HIRGON)
Extremoduro y Fito en el Palacio de los deportes
Robe y Fito. / FERNANDO GARCÍA (HIRGON)

Mayo de 1999. Texto: Ñako Martínez. Fotografías: Jorge Ontalba. (HeavyRock nº189).

Extremoduro + Fito & Fitipaldis
Érase una vez…

1999_Extremo-y-Fito-cronica-2_pekePongamos un igual enorme al lado del Palacio de los Deportes. Es inevitable sacar una media ponderada de este concierto, ya que todos los seguidores y, ojo, digo seguidores (véanse discos como ¿Dónde están mis amigos? o Somos unos animales) estábamos expectantes del gran acontecimiento que se iba a dar en Madrid esa noche. El peor disco de Extremoduro desde su creación -o por lo menos el más light- se juntaba con el nuevo proyecto de Fito, una mezcla que podía resultar desde explosiva hasta pólvora mojada. ¿Veríamos al mismo Extremoduro de siempre o simplemente a una parodia cantando las nuevas canciones de un grupo que tiempo atrás brilló en el panorama del rock español? ¿Daría la impresión de que la única intención de Fito con su cambio era mover los hilos de la publicidad e intentar conseguir la chispa que le faltaba últimamente en los discos de Platero? En fin, todo estaba por ver.
Para sorpresa de más de uno, esa noche hubo lleno hasta la bandera en el Palacio de los Deportes, un público más joven que viejo (quinceañeros y quinceañeras), más yuppie que rockero, y tan borracho como en él suele ser habitual. En fin, pusimos nuestro granito, sobre todo berreando las letras de Fito y Robe. Hay que mencionar el concierto que hubo hace apenas tres años en el mismo escenario y en el que Extremoduro y Platero y Tú llenaron dos días seguidos, nota que hay que tener muy en cuenta y que habla por sí sola, ya dejando en el aire si estos grupos mueren o simplemente atraviesan un mal momento.
En los aledaños al Palacio se podía sentir ese cosquilleo que le entra a uno en el cuerpo cuando piensa en toda la muchedumbre que se va a congregar, gritos de «Robe, Robe» o «Extremo, Extremo» se coreaban cuando todavía quedaba media hora para el comienzo.

1999-cn-fito-madrid-palacio
Fito y Robe, en un momento de la actuación de Madrid. / JORGE ONTALBA
FITO & FITIPALDIS: PLATERO Y… 2ª PARTE

Se encargaron de iniciar el evento los Fito & Fitipaldis, como era de esperar. Y lo hicieron con una puntualidad escocesa. Un plagio más que descarado de Platero teníamos llenando de música el recinto, un recinto en el cual todavía el público no abarcaba su aforo completo, quedando gente en la calle, tras la lentitud de entrada debido a que a ciertos ignorantes no se les ocurrió otra cosa que abrir nada más dos puertas.
Un rock meloso, nadie está diciendo malo, que empezó muy bien, pero que poco a poco se fue desinflando y finalmente desembocó en un grito al unísono del público pidiendo Platero y más Platero. Canciones como Rojitas las orejas o Trozos de cristal están muy bien, pero en determinados momentos, ese fue a mi parecer el gran error, que un conjunto de grandes músicos han hecho grandes canciones, pero sustituyendo demasiadas veces la guitarra eléctrica por la acústica. Se les acababa el tiempo y no convencían ni conectaban del todo con el público, y menos cuando se les ocurrió tocar Mari Madalenas (canción perteneciente a Platero) en versión acústica. Como ya es de costumbre, empalmaron su final con el principio de Extremoduro y todos tan contentos. Por una parte los músicos, no defraudaron haciendo en general un buen concierto, y por otra el público que acabó por volcarse cuando salió Robe junto a Fito.

ROBE: UN POETA SIN POESÍA

Ahí estaba, vestido de gala para el momento, irreconocible. Nexionaron Fito y Robe Salir, canción del último LP, y siguió con Sucede y ¿Dónde están mis amigos?. Esta calentó el concierto que tan frío había dejado Fito, aunque ni mucho menos fue de las más aplaudidas, ya que este honor pasó a formar parte de canciones como Cabezabajo o Buscando una luna. En definitiva, el Agila el disco más coreado, uno de los más comerciales y multitudinarios entre el público.
Quemando Tus Recuerdos, o Sol de invierno continuaron con los honores, al público se le empezaba a acabar el fuelle y al Robe se le notaba desganado, muy sosito estuvo esa noche comparándolo con conciertos como el de hace unos meses en la plaza de toros.
Cabezabajo, este tema corran los tiempos que corran siempre será siendo igual de ‘cojoelnudo’, aunque quizás deberían haberlo dejado como colofón, y parte del Pedrá fue prácticamente todo lo que se dio hasta el primer descanso.
Sin dejar tiempo casi para respirar continuaron la faena con Jesucristo García, canción en la que todo el estadio encendió sus mecheros. En Villancico del Rey de Extremadura, canción realmente insultante, aberrante y nefasta musicalmente (y más aún cuando prácticamente el 100% del público se puso a cantarlo siendo ellos los primeros que comen jamón en navidad). Al finalizar Central nuclear la gente coreaba «Robe, Robe» y acto seguido empezó a sonar So payaso consiguiendo meterse al público en el bolsillo, que no paraba de animar.
Durante las canciones más exitosas de Extremoduro el público no paró de bailar, sin embargo a lo largo de las del último LP se podía contemplar un panorama desolador con un público aburrido que se empezó a dedicar a tirar botellas al escenario. Parece que perdieron la fuerza en los ‘tiros’ que dicen meterse en los descansos.
Por fin le vino el momento a Deltoya empalmada con La Tarara (canción popular), y aquello tenía pinta de ir acabando. No hay mucho más que comentar salvo que en las últimas canciones Extremoduro cantó con la colaboración de Fito. Este tipo está en todas partes…

1999-cn-fito-madrid-palacio2
Iñaki ‘Uoho’, ya como la mano derecha de Robe, «soltando las fieras». / JORGE ONTALBA

Parece que en Madrid no hay lugares en los que el sonido sea al menos decente. O se montaba la guitarra sobre la voz o no se entendía un carajo lo que decían… en fIn, el rollo de siempre. Mucho Palacio… pero de deporte.

Finalmente cada uno por su lado y los seguidores de Extremoduro con la misma duda con la que entramos: ¿será su debacle o por lo contrario un mal momento?


Entrada de Extremoduro y Fito en el Palacio de los deportes, el 10 de abril de 1999
Entrada de Extremoduro y Fito en el Palacio de los deportes, el 10 de abril de 1999.